Arron Culling no se quedó de brazos cruzados cuando descubrió que vendían tortugas marinas para consumo en un mercado local. En lugar de ignorar la escena, decidió actuar: compró dos tortugas por 50 dólares y las llevó hasta la costa para liberarlas en el océano.
Un gesto de compasión frente a una práctica legal
Arron, junto a su compañero de trabajo Mark, ya ha rescatado y devuelto al mar a más de 10 tortugas. Cada vez que encuentran alguna en venta, invierten su dinero, recorren kilómetros en auto y se aseguran de que regresen a su hábitat natural. Aunque en países como Papúa Nueva Guinea y Nicaragua la pesca de tortugas marinas todavía se permite legalmente, estas especies están en peligro de extinción y necesitan protección urgente.
Con cada rescate, Arron busca concientizar sobre la importancia de conservar la fauna marina. Sus acciones se han vuelto virales en redes sociales, donde muchos lo consideran un verdadero héroe sin capa.
Un ejemplo que inspira a defender la vida marina
Las tortugas marinas enfrentan múltiples amenazas: contaminación, pérdida de hábitat, pesca accidental y tráfico ilegal. A pesar de la gravedad del problema, son pocos los que deciden actuar. Arron y Mark han demostrado que, con empatía y compromiso, incluso pequeños actos pueden marcar una gran diferencia.
Su historia resuena en todo el mundo como una llamada de atención: proteger la vida silvestre está al alcance de todos. Solo hace falta voluntad para cambiar el destino de quienes no tienen voz.
