Cuando Nickollas nació prematuro y con apenas 500 gramos, los médicos no le dieron muchas esperanzas. Pero su madre adoptiva, Silvia Grecco, lo convirtió en un símbolo de lucha y amor. Doce años después, su inquebrantable dedicación conmovió al mundo cuando la FIFA le otorgó el premio a la mejor aficionada del planeta por narrarle cada partido de fútbol a su hijo ciego y con autismo.

Un ritual que nació del amor
Cada semana, Silvia y Nickollas ocupan el mismo asiento en el estadio del Palmeiras, el equipo de sus amores. Desde allí, ella le relata cada jugada con detalle, convirtiendo los partidos en una experiencia sensorial única para él. Lo que comenzó como un gesto de amor materno se transformó en una rutina llena de emoción, donde ambos vibran con cada gol y se frustran con cada derrota.
La historia de esta madre e hijo pasó desapercibida durante años hasta que una cámara captó el momento en que Silvia le describía el partido. La imagen se hizo viral y llegó a la FIFA, que reconoció su compromiso con el galardón The Best a la mejor aficionada del mundo en 2019.

Más que fútbol: una vida llena de pasión
Pero el fútbol no es la única pasión de Nickollas. Junto a su madre, asiste a conciertos y festivales de música, disfrutando de su banda favorita, Bon Jovi. También ama el teatro y ha sido espectador en varios espectáculos. Silvia se asegura de que su hijo tenga una vida plena, combinando estos momentos con su educación y terapias.
Para Silvia, la felicidad de su hijo es lo más importante. A pesar de la fatiga y los desafíos diarios, no deja de buscar experiencias que llenen de alegría a Nickollas. Su historia es un recordatorio de que el amor y la dedicación pueden derribar cualquier barrera.