Collette Divitto enfrentó múltiples negativas por tener síndrome de Down, pero no dejó que eso apagara su pasión. Hoy, dirige una panadería exitosa en Boston y demuestra que ningún diagnóstico puede limitar un corazón decidido.

Del dolor al empuje que cambió su destino
A los 22 años, Collette soñaba con trabajar en una panadería. Pasaba horas entre huevos, harina y moldes desde niña, perfeccionando sus galletas con entusiasmo. Pero al buscar trabajo en su ciudad natal, Boston, recibió más rechazos que oportunidades.
Quienes la entrevistaron no creyeron que fuera “una buena opción”. La razón de fondo era clara: su diagnóstico. “Me dolió mucho. Me sentí rechazada”, confesó. Sin embargo, esa tristeza se transformó en impulso.

Un negocio horneado con amor y perseverancia
Con el apoyo de su madre y su hermana, Collette decidió no esperar más. Empezó su propia panadería: Collettey’s. Al principio fue pequeña, pero con esfuerzo y una receta irresistible, su historia captó la atención de los medios locales.
Las redes sociales hicieron lo suyo. Las órdenes se multiplicaron rápidamente y, en diciembre, recibió más de 10,000 pedidos. Su cocina se llenó de hornos encendidos, bandejas de galletas y la energía imparable de quien nunca aceptó un “no” como respuesta.

Una empresaria con propósito y mensaje claro
El éxito de Collette va más allá de las ventas. Hoy, su panadería contrata tanto a personas con discapacidad como sin ella. Su sueño se transformó en una plataforma para romper estigmas y ofrecer oportunidades a quienes más lo necesitan.
“Nunca se rindan. No dejen que nadie los haga sentir menos”, dice con orgullo. Su historia inspira a otros a perseguir sus metas, incluso cuando el mundo parezca cerrado. Collette no solo hornea galletas, hornea esperanza.