En Takaharu, un pequeño pueblo de la prefectura de Miyazaki, Japón, una pareja de abuelos decidió convertir el cariño por sus nietos en una obra digna de Studio Ghibli. Con sus propias manos, construyeron una réplica a tamaño real del entrañable Totoro, el personaje de la icónica película Mi vecino Totoro.

Un regalo hecho con amor… y concreto
Con más de 70 años, la pareja utilizó madera, ladrillos y hormigón para moldear a Totoro con todo detalle. También pintaron su rostro, barriga y orejas con precisión, hasta recrear la famosa escena de la parada de autobús, incluyendo el cartel y el sendero donde Mei y Satsuki esperan junto al espíritu del bosque.
La idea nació como un regalo personal para sus nietos, grandes admiradores de la película. Querían crear un lugar mágico donde los niños pudieran jugar y soñar. Pero lo que comenzó como una sorpresa familiar pronto captó la atención de los vecinos… y luego de todo el país.

De rincón familiar a destino de fans de Ghibli
Hoy, la parada de autobús de Totoro se ha convertido en una atracción turística para fanáticos de Mi vecino Totoro de todo el mundo. Muchos viajan hasta este rincón del sur de Japón para tomarse una foto junto a la escultura, que transmite ternura, nostalgia y dedicación.
La historia de estos abuelos recuerda que la magia no solo vive en las películas. A veces, nace en el patio de casa, cuando el amor por los nietos y la creatividad se unen para crear un recuerdo que durará toda la vida.