Ana Estrada Ugarte, una figura prominente en la lucha por el derecho a la muerte asistida en Perú, ha fallecido tras someterse valientemente a un procedimiento de eutanasia.
Su partida marca un hito histórico en el país, ya que se convierte en la primera paciente en ejercer este derecho, tras una larga batalla legal y personal.
La abogada de Ana, Josefina Miró, anunció el triste suceso a través de un comunicado, destacando que Ana pudo despedirse conforme a sus propios términos, manteniendo el control de su autonomía hasta el último momento.
Su muerte no solo representa el fin de su dolorosa batalla contra la polimiositis, una enfermedad rara y debilitante, sino también un paso adelante en el reconocimiento del derecho a una muerte digna en Perú.
Ana, de 47 años, enfrentó desafíos físicos y emocionales significativos debido a su enfermedad, que la llevó a depender de procedimientos médicos invasivos y cuidados permanentes. Sin embargo, su determinación por preservar su dignidad y autonomía la llevó a buscar la eutanasia como una opción para poner fin a su sufrimiento.
En 2019, Ana lanzó una campaña pública a través de su blog «Ana busca la muerte digna», instando a las autoridades peruanas a reconocer su derecho a la muerte asistida. Su caso, sin precedentes en Perú, atrajo la atención nacional e internacional, desafiando las leyes y normativas existentes que penalizaban la eutanasia.
La lucha de Ana encontró un rayo de esperanza cuando la Defensoría del Pueblo llevó su caso ante el Poder Judicial, solicitando una acción de amparo para garantizar su derecho a la eutanasia. Tras una serie de batallas legales, la Corte Suprema de Perú ratificó en 2022 la decisión de respetar la voluntad de Ana y permitir el procedimiento de eutanasia.
El procedimiento médico, realizado conforme a un Plan y Protocolo de Muerte Digna aprobado por el seguro social estatal EsSalud, marcó el cumplimiento de los deseos de Ana.
Su partida deja un legado de valentía y determinación en la búsqueda de una muerte digna para aquellos que enfrentan enfermedades incurables y sufrimientos insoportables.
En sus propias palabras, Ana compartió el significado detrás de su lucha: «La búsqueda de la eutanasia me ha dado una razón para vivir». Su historia es un recordatorio poderoso de la importancia de la libertad, autonomía y dignidad en las decisiones sobre la propia vida y muerte.