Estudio demuestra que posponer la alarma en la mañana mejora la función cognitiva y no afecta el sueño

Un estudio desafía la opinión de los expertos en medicina del sueño


En una tranquila habitación cercana al Parque del Retiro de Madrid, el sonido estridente de un despertador marca el inicio del día para Carmen Montes. Aunque para ella, esos primeros minutos no significan levantarse de inmediato.

Con un gesto automático, activa la función ‘posponer’ del reloj, permitiéndose unos minutos más en la cama antes de enfrentar el día. Esta práctica, comúnmente conocida como ‘snooze’, ha sido objeto de debate entre los expertos en sueño.

Tradicionalmente, se ha desaconsejado el uso repetido de la función ‘posponer’, argumentando que interrumpe el sueño y aumenta la inercia del mismo. Sin embargo, un reciente estudio publicado en la revista Journal of Sleep Research desafía esta creencia.

Según los resultados de esta investigación, retrasar la alarma varias veces durante un período de tiempo no tendría efectos significativos en la duración total del sueño. Además, se observó que aquellos participantes que utilizaban la función ‘posponer’ mostraban un mejor rendimiento cognitivo al despertar, incluyendo una mayor velocidad de pensamiento y una menor probabilidad de despertar del sueño profundo.


Para Tina Sudenlin, autora principal del estudio, esta investigación proporciona una base científica sólida para comprender mejor el impacto de retrasar la alarma del despertador. Sin embargo, expertos como María Ángeles Bonmatí plantean ciertas limitaciones en el estudio, incluyendo el hecho de que solo participaron personas que habitualmente usaban la función ‘posponer’ y que la primera alarma se programó media hora antes del horario de despertar.

A pesar de las conclusiones del estudio, algunos expertos siguen recomendando el despertar natural como la opción más saludable. Según Elena Urrestarazu, médico especialista en Neurología, no depender de la alarma es un indicador de una buena higiene del sueño.


En última instancia, aunque el estudio sugiere que retrasar la alarma puede tener beneficios cognitivos, persisten dudas sobre su impacto a largo plazo y su idoneidad para todas las personas. La búsqueda del equilibrio entre las demandas de la vida moderna y el descanso óptimo sigue siendo un desafío para muchos.

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