El Congreso colombiano ha dado un paso significativo hacia la protección de los animales al aprobar la prohibición de las corridas de toros en todo el país.
La decisión, que aún necesita la firma del presidente Gustavo Petro para convertirse en ley, podría hacer efectiva esta prohibición en un plazo de tres años.
Colombia es uno de los cinco países de Latinoamérica que permitían las corridas de toros, junto con Venezuela, Perú, México y Ecuador, aunque en estos últimos dos países la tauromaquia está prohibida parcialmente en algunas regiones.
Durante los últimos seis años, al menos cuatro proyectos para prohibir las corridas de toros fracasaron en el Congreso colombiano, pero el martes 28, 93 representantes votaron a favor de la prohibición frente a solo dos en contra.
El proyecto de ley aprobado no solo busca prohibir las corridas de toros, sino también otras prácticas de “entretenimiento cruel con animales”, como las corralejas y los espectáculos con becerros y novillos.
Los Ministerios de Cultura y Ambiente tendrán la tarea de reglamentar las condiciones bajo las cuales se permitirán estas prácticas taurinas durante los tres años de transición, asegurando los “más altos estándares de bienestar y protección animal”.
Para los defensores de la tauromaquia, esta prohibición representa el fin de una tradición que se remonta a la época colonial y que forma parte de la cultura y economía del país.
El proyecto también contempla medidas para la reconversión económica y laboral de las personas que dependen de la tauromaquia para su sustento. Además, se transformarán las plazas de toros para que sean utilizadas en actividades culturales y deportivas.
Implicaciones y Reacciones
Esta prohibición marca un cambio radical en la relación de Colombia con las prácticas taurinas, reflejando una creciente conciencia sobre los derechos de los animales y la ética en el entretenimiento.
La decisión ha generado reacciones mixtas; mientras que los defensores de los animales celebran la medida como una victoria histórica, los aficionados a la tauromaquia y aquellos que dependen económicamente de esta práctica lamentan el fin de una era.
El camino hacia la implementación completa de esta prohibición requerirá un esfuerzo concertado para asegurar que las medidas de transición sean efectivas y que se encuentren soluciones sostenibles para quienes dependen de la tauromaquia.
Esta histórica decisión podría influir en otros países de la región y del mundo, alentando un debate más amplio sobre el bienestar animal y las tradiciones culturales en el siglo XXI.