Un infante de marina retirado cumplió una promesa que le hizo a un amigo 50 años antes en Vietnam: hacer guardia una última vez

En medio del caos de la guerra de Vietnam, dos jóvenes marines, William H. Cox y James «Hollie» Hollingsworth, se encontraron luchando por sus vidas en un búnker en Marble Mountain. Entre el zumbido de las balas y las explosiones, los dos hombres, que eran artilleros de puerta, hicieron un pacto: si sobrevivían a esa noche y al horror de la guerra, se mantendrían en contacto cada Año Nuevo, durante el resto de sus vidas. Este compromiso, nacido en un momento de desesperación, se convirtió en una promesa inquebrantable que los unió por más de cinco décadas.


El reencuentro de los viejos amigos

Después de la guerra, Cox y Hollingsworth regresaron a Estados Unidos y siguieron adelante con sus vidas. A pesar de la distancia que los separaba, con el tiempo viviendo a miles de kilómetros uno del otro, nunca dejaron que los caprichos de la vida interfirieran con su tradición. Cada 31 de diciembre, los dos amigos se aseguraban de ponerse en contacto, cumpliendo la promesa hecha en medio de la guerra. Pero cuando la salud de Hollingsworth comenzó a deteriorarse, Cox supo que tenía que cumplir con algo más. A sus 83 años, hizo un largo viaje desde Piedmont, Carolina del Sur, hasta Hephzibah, Georgia, para despedirse de su amigo y cumplir con una última promesa.


El último deseo de Hollingsworth

Durante esa visita, Hollingsworth le pidió a Cox que montara guardia junto a su ataúd y pronunciara su elogio fúnebre. Cox, con un toque de humor característico entre ellos, aceptó la difícil tarea. Sabía que, después de todo lo que habían pasado juntos, no podía fallarle a su amigo en ese momento. El 20 de octubre de 2017, Cox cumplió con su promesa. Vestido con su uniforme de gala, se presentó en el funeral de Hollingsworth y montó guardia junto a su ataúd, tal como lo había pedido su amigo. En su elogio, compartió historias de su tiempo juntos y, al final, pronunció las palabras que siempre usaban para despedirse: «Hollie, tú haz que sigan volando y yo haré que sigan disparando».

La historia de Cox y Hollingsworth se ha convertido en un poderoso recordatorio de la lealtad y el honor que pueden existir entre amigos. Su promesa, hecha en un momento de extrema adversidad, se mantuvo firme durante 50 años, uniendo sus vidas de una manera profunda e inquebrantable. La fotografía de Cox, de pie junto al ataúd de su amigo, vestido con su uniforme azul marino, se ha compartido ampliamente, simbolizando no solo la despedida de dos viejos amigos, sino también el cumplimiento de una promesa que trascendió el tiempo y la distancia.


Una despedida que toca corazones

El hijo de Cox, Bill, compartió la emotiva historia en las redes sociales, orgulloso de la lealtad y el servicio de su padre. Esta historia no solo ha tocado corazones, sino que también ha sido un recordatorio de que los lazos forjados en los momentos más oscuros pueden ser los más fuertes. Al despedirse por última vez, Cox y Hollingsworth nos enseñaron una lección de vida: la verdadera amistad, cuando se honra con lealtad y compromiso, puede superar cualquier obstáculo, incluso la muerte.

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