Jody Thompson no dudó ni un segundo cuando escuchó por radio un llamado por abuso infantil. Aunque no estaba de servicio, decidió actuar. Lo que vio al llegar cambió su vida para siempre… y también la de un niño.
El rescate que se convirtió en familia
Thompson encontró a un niño de 8 años en condiciones desgarradoras: atado con cinturones, cubierto de moretones y con signos de haber sido sumergido en agua helada. Pesaba apenas 61 libras y tenía heridas por todo el cuerpo. “Fue lo peor que he visto jamás”, confesó el oficial. En ese momento, supo que no podía dejarlo solo en el mundo. Lo abrazó con el corazón y decidió adoptarlo.
Tiempo después, el destino volvió a tocar su puerta. La madre del niño dio a luz a una niña mientras estaba en prisión, y el Departamento de Servicios Humanos contactó a los Thompson. Sin pensarlo, también acogieron a la pequeña y completaron la adopción de ambos hermanos.
Más que un policía, un padre
Thompson no solo salvó una vida, cambió el rumbo de dos. Con valentía, compasión y un compromiso inquebrantable, les dio a estos niños lo que nunca habían tenido: un hogar lleno de amor. “Sabía que solo estaría en paz si él estaba conmigo”, dijo sobre el momento en que conoció al niño. Hoy, su historia inspira al mundo.
