Cuando Innocent James era niño, tenía que estudiar con la tenue luz de una lámpara de queroseno. Su hogar en Arusha, Tanzania, no contaba con electricidad, por lo que su familia debía gastar dinero en combustible solo para que pudiera leer después del anochecer.

Ahora, a sus 33 años, James busca evitar que otros niños pasen por lo mismo. Con su empresa Soma Bags, ha creado mochilas solares que permiten a los estudiantes cargar una luz de lectura durante el día y utilizarla por la noche. Lo que comenzó como un proyecto a pequeña escala ha crecido hasta convertirse en un negocio que ha distribuido 36.000 mochilas en toda África.
Un invento que transforma la educación
La idea nació tras observar cómo un profesor universitario usaba un cargador solar cosido a su bolsa de tela. Inspirado por esto, James creó su primer prototipo en 2016, cosiendo paneles solares flexibles en el exterior de mochilas hechas con bolsas de cemento recicladas. Estos paneles acumulan energía mientras los niños caminan a la escuela, garantizando seis a ocho horas de luz cuando regresan a casa.

En Tanzania, menos del 50% de los hogares tienen acceso a electricidad, y en las zonas rurales, esta cifra es aún menor. Muchas familias dependen de lámparas de queroseno, pero estas son caras, contaminantes y peligrosas.
Beneficios más allá de la iluminación
James explica que los padres muchas veces prefieren enviar a sus hijos a la cama temprano en lugar de gastar en combustible para que estudien. Su mochila solar, que cuesta entre 4 y 8 dólares, resulta más económica que el gasto mensual en queroseno. Además, al eliminar el uso de estas lámparas, reduce la contaminación del aire y los riesgos de quemaduras.

La iniciativa también ha tenido un impacto ambiental positivo. Las mochilas están hechas con bolsas de cemento reutilizadas, lo que reduce residuos y aprovecha materiales duraderos y livianos. Su diseño incluye una silueta blanca de jirafa sobre rayas amarillas o verdes, lo que ha llamado la atención de compradores dentro y fuera de África.
De una idea a un negocio exitoso
Lo que comenzó con la fabricación manual de 80 mochilas al mes, se ha transformado en una empresa con una fábrica propia en Mwanza, donde trabajan 65 personas. Con el tiempo, Soma Bags amplió su producción y empezó a vender a más de 200 organizaciones benéficas, además de escuelas y familias de zonas rurales.

El crecimiento de la empresa ha llamado la atención de instituciones como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que ha reconocido la innovación de James. “Nunca pensé que a alguien se le ocurriría convertir bolsas de cemento usadas en algo tan útil”, comentó Joseph Manirakiza, representante del PNUD.
Un futuro brillante para la educación en África
El problema del acceso a la electricidad no es exclusivo de Tanzania. En África, 600 millones de personas carecen de este servicio. Empresas como Smart Girls Uganda también han desarrollado mochilas solares para niños, promoviendo una alternativa sostenible para mejorar la educación en el continente.
Para James, Soma Bags es más que un negocio. A pesar de su éxito, sigue organizando grupos de lectura para niños dos veces por semana, con el mismo entusiasmo con el que comenzó su primer proyecto de bibliotecas móviles.
“A veces veo a un niño con una de mis mochilas y pienso: ¡Vaya! No puedo creerlo”, dice con una sonrisa.
Su iniciativa no solo ha iluminado las noches de miles de niños, sino que también ha transformado su educación y su futuro, ayudándolos a romper el ciclo de la pobreza con algo tan simple como una luz.