Lo que comenzó como una actividad de verano para un niño de 12 años se convirtió en un movimiento comunitario que transformó vidas. Danny Doherty, de Norwood, Massachusetts, decidió montar un puesto de helados caseros para recaudar dinero para el equipo de hockey de su hermano, los Boston Bear Cubs, un equipo especial que incluye jugadores con discapacidades físicas y de desarrollo. Pero cuando las autoridades cerraron su pequeño puesto, la comunidad se unió en una muestra de apoyo que recaudó $20,000, garantizando que el equipo tenga un futuro brillante.
Un cierre inesperado y la respuesta de Danny
Todo comenzó cuando Danny, aburrido durante las vacaciones de verano, decidió hacer algo productivo con su tiempo. Inspirado por su amor por los helados y su deseo de ayudar al equipo de hockey de su hermano, montó un puesto en su barrio, donde ofrecía sabores caseros como vainilla, chocolate rallado y nueces cremosas. Sin embargo, su iniciativa, que había servido a unas 20 personas en su primer día, se topó con un obstáculo inesperado cuando la Junta de Salud de Norwood recibió una queja.
La queja llevó a que los funcionarios de la ciudad enviaran una carta a la familia de Danny el 5 de agosto, ordenando el cierre inmediato del puesto de helados. Según la normativa estatal, la venta de helados caseros violaba el Código de Alimentos de Massachusetts. “Me sorprendí y me molesté”, comentó Danny sobre la carta. “No lo entiendo porque hay tantos puestos de limonada y no los cierran”. Su madre, Nancy Doherty, compartió su frustración: “Alguien se quejó. Lo más decepcionante para nosotros fue que alguien creyera necesario quejarse por la postura de un niño”, expresó. “Me pareció un poco, ya sabes, una locura, si me preguntas”.
Una decisión que cambió todo: de vender helados a inspirar generosidad
En lugar de darse por vencido, Danny decidió seguir adelante con su plan, pero con un cambio crucial: regalaría el helado y aceptaría donaciones para los Boston Bear Cubs. Lo que sucedió a continuación sorprendió a todos. La recaudación de fondos explotó y se convirtió en el tema de conversación de Norwood. El primer día que regalaron el helado, las existencias se agotaron en solo 10 minutos y recaudaron $1,000.
La historia de Danny pronto se extendió más allá de su vecindario, captando la atención de los medios locales. “Había tanta gente y luego empezaron a corear mi nombre”, recordó Danny sobre uno de los eventos. “No me gustó, así que salí corriendo. Toda la atención estaba sobre mí y no me gustó”. Sin embargo, esa atención ayudó a reunir una cantidad impresionante de fondos para el equipo de su hermano.
Entre los muchos eventos que surgieron para apoyar la causa, uno de los más destacados fue organizado por Furlong’s Candies, que se asoció con la estación de radio de Boston WWBX-FM para llevar a cabo una recaudación de fondos en su estacionamiento. En un solo día, lograron recaudar $3,600, con filas de personas esperando para contribuir a la causa. “Danny estaba intentando hacer algo bueno por el equipo de su hermano, y no es un equipo de hockey normal”, dijo Nancy Thrasher, copropietaria de Furlong’s Candies. “Necesitan mucho más equipamiento… Pensamos que esta era la situación perfecta para que nos involucráramos”.
Una comunidad unida y un legado de generosidad
Mientras la recaudación de fondos crecía, los funcionarios municipales se encontraron en una posición difícil. Recibieron mensajes de odio y amenazas de muerte debido a la disputa, lo que los llevó a aclarar que estaban simplemente haciendo cumplir la ley. Tony Mazzucco, administrador municipal de Norwood, explicó que la familia había promocionado la venta de helados en las redes sociales, lo que llevó a la queja y posterior cierre del puesto. Sin embargo, subrayó que la ley de Massachusetts prohíbe la venta de helados caseros debido al riesgo de contaminación con bacterias como la listeria monocytogenes.
Nancy Doherty expresó su tristeza por las amenazas que recibieron los funcionarios municipales: “Fue angustioso enterarse de que los empleados municipales habían recibido amenazas. Esta fue una operación pequeña. El hecho de que atendiéramos a 20 amigos, familiares y vecinos no es una acción de salud pública. Eso es alguien quejándose por ser un quejoso”.
A pesar de los desafíos, la comunidad de Norwood se unió como nunca antes. Al final, se recaudaron unos $20,000 para el equipo de hockey, una cantidad que supera con creces lo que el club gasta en un año entero. “La respuesta de la comunidad nos ha abrumado”, dijo John Quill, director y entrenador de los Boston Bear Cubs, mientras aceptaba un cheque de un grupo automovilístico en la casa de los Doherty. “Hay mucha gente buena”, añadió Quill. “Danny inspiró a mucha gente a hacer el bien, a ser amable y a ayudarnos”.
El impacto duradero de la generosidad de Danny
Lo que comenzó como un pequeño puesto de helados se convirtió en una lección sobre la importancia de la generosidad, la resiliencia y el poder de una comunidad unida. La historia de Danny Doherty no solo recaudó fondos para un equipo de hockey especial, sino que también demostró que incluso las acciones más pequeñas pueden tener un impacto duradero. “Este es solo el comienzo de lo que esperamos que sea un legado de bondad y generosidad en nuestra comunidad”, concluyó Nancy Doherty.