Terry y Georgia Pirovolakis, una pareja de Toronto, recibieron una noticia devastadora cuando a su hijo Michael le diagnosticaron SPG50, un trastorno neurológico extremadamente raro que afecta a menos de 100 personas en todo el mundo. Ante la falta de tratamientos disponibles, Terry, el padre de Michael, decidió embarcarse en una misión para desarrollar una cura, un viaje que cambió la vida de su familia y ofreció esperanza a otros que enfrentan la misma situación.
La desesperación inicial y la búsqueda de respuestas
Cuando los médicos informaron a la familia Pirovolakis que no había cura ni tratamiento para el trastorno de Michael, Terry se negó a aceptar esa respuesta. Comenzó a investigar sobre SPG50, un trastorno que afecta la movilidad y las capacidades cognitivas de quienes lo padecen. Terry se puso en contacto con investigadores de diversas partes del mundo, incluyendo Estados Unidos, Reino Unido y España, para buscar alternativas y explorar terapias experimentales que pudieran ayudar a detener la progresión de la enfermedad.
Durante su investigación, Terry descubrió el potencial de la terapia genética para tratar enfermedades raras. A pesar de los costos y los desafíos científicos que presentaba desarrollar un tratamiento desde cero, decidió recaudar fondos y crear un equipo de científicos comprometidos con encontrar una solución.
Desarrollo del fármaco y avances prometedores
Con determinación y esfuerzo, Terry logró reunir los fondos necesarios para financiar la investigación. A través de experimentos con ratones y células humanas, el equipo desarrolló un tratamiento de terapia genética que mostró resultados positivos. Este avance detuvo la progresión de la enfermedad en los modelos de ratones y células, brindando esperanza no solo para Michael, sino también para otras personas afectadas por el SPG50.
Este tratamiento, que utiliza una tecnología avanzada de terapia genética, busca corregir el defecto genético responsable del trastorno. Al trabajar directamente sobre las células afectadas, la terapia tiene el potencial de detener la degeneración y permitir una mejor calidad de vida para los pacientes. Aunque todavía se encuentra en las primeras etapas de aplicación en humanos, los resultados iniciales han sido muy alentadores.
Compartir el tratamiento con otras familias
Después de haber logrado detener la progresión de la enfermedad en su hijo, Terry y Georgia no se detuvieron ahí. Sabían que muchas otras familias enfrentaban la misma desesperación, y decidieron compartir el tratamiento con otros. Ahora, trabajan en la expansión del acceso a la terapia genética que ellos ayudaron a desarrollar, colaborando con científicos, instituciones médicas y organizaciones de pacientes para que otras personas con SPG50 puedan beneficiarse del tratamiento.
Terry expresó que su objetivo es «salvar tantas vidas como sea posible», y aunque el proceso ha sido arduo y costoso, su dedicación no tiene límites. La pareja ha lanzado campañas de recaudación de fondos para continuar financiando la investigación y el desarrollo de terapias adicionales, con la esperanza de que pronto más personas puedan recibir este tratamiento que cambia vidas.
Un futuro lleno de esperanza
El esfuerzo incansable de la familia Pirovolakis ha transformado una situación desesperante en una historia de esperanza y posibilidades. Aunque Michael sigue luchando contra los efectos de SPG50, la terapia genética que sus padres ayudaron a desarrollar le ha dado una nueva oportunidad de vida. Este avance no solo es un testimonio del poder de la ciencia y la medicina, sino también del amor incondicional y la determinación de una familia para salvar a su hijo.
La historia de Terry y Georgia inspira a muchas familias que enfrentan enfermedades raras y demuestra que, con esfuerzo y perseverancia, incluso los desafíos más grandes pueden encontrar soluciones.