Un hombre de 100 años desafía el frío para ver a su esposa, camina cinco cuadras todos los días para visitar su hogar de ancianos

Vivir hasta los 100 años es considerado una bendición, pero a menudo viene acompañado de desafíos de movilidad. Este no es el caso de Jack Mudry, un centenario de Winnipeg, quien desafía tanto su edad como las inclemencias del frío canadiense para cumplir una misión diaria: visitar a su esposa Stella en el hogar de ancianos donde reside.


“Le pido a Jehová que me ayude,” comparte Mudry. “Ayúdame con mi movimiento, con mi andar, porque voy de ida y vuelta cada día.” Este acto de amor, sencillo pero heroico, es testimonio de un vínculo inquebrantable que se ha mantenido por más de 75 años.

Un amor que comenzó en 1947

Jack y Stella se conocieron en un viaje en taxi en 1947, cuando ambos compartieron un trayecto desde Winnipeg hasta Sandy Lake. Ese encuentro casual marcó el inicio de una relación entrañable.

“Stella se dio la vuelta y me besó,” recuerda Jack con una sonrisa. Tres años después, se casaron, y desde entonces han sido inseparables. Hasta que, el año pasado, problemas de salud forzaron a Stella a mudarse de su hogar de retiro a un centro de cuidados especiales, separando físicamente a la pareja por primera vez en décadas.


Caminando por amor

La distancia entre ellos, aunque corta, no ha sido un impedimento para Jack. Determinado a mantenerse cerca de su esposa, comenzó a caminar las cinco cuadras que separan su residencia del centro de atención donde ahora vive Stella. Aunque en ocasiones logra que alguien lo lleve en automóvil, muchas veces decide realizar el recorrido a pie, incluso durante los fríos inviernos de Winnipeg.

«Cuando tomo una decisión, simplemente me visto y me voy,” dice Jack con firmeza. “Y no me importa lo que digan los demás.” A pesar de las advertencias del personal de su residencia sobre el esfuerzo que implica para alguien de su edad, Jack no permite que nada lo detenga.


Una relación que sigue viva

La hija de la pareja, Alexandra Todd, comenta cómo esta rutina ha traído beneficios emocionales y físicos para su padre. “Él realmente la extraña, y ella realmente lo extraña a él,” asegura Alexandra. En ocasiones, Jack incluso finge que Stella aún está con él en su hogar, aunque sabe en su corazón que no es así.

Cada día que visita a Stella, su historia de amor de 75 años se renueva. El rostro de Stella se ilumina al verlo llegar, y esos momentos juntos reafirman el profundo lazo que los une.


La dedicación de Jack hacia Stella no solo es un ejemplo de amor verdadero, sino también un recordatorio de lo que significa cuidar y valorar a alguien incluso en las circunstancias más difíciles. Su esfuerzo diario para caminar esas cinco cuadras demuestra que, incluso a los 100 años, el amor tiene la capacidad de superar cualquier barrera, ya sea el tiempo, la distancia o el frío de un invierno canadiense.

En cada paso que Jack da hacia Stella, se revive una historia que trasciende generaciones y que inspira a todos aquellos que creen en el poder de un amor que nunca se rinde.

Inzpira News

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