Diego, una tortuga gigante de la isla Española, en Galápagos, se convirtió en un símbolo de éxito en los esfuerzos de conservación al restaurar la población de su especie, Chelonoidis hoodensis, que estuvo al borde de la extinción. Gracias a su increíble contribución, con más de 800 crías, esta especie logró recuperarse y prosperar en su hábitat natural.

Una vida marcada por la supervivencia
Diego nació en la isla Española, pero desde joven vivió lejos de su hogar. Durante su juventud, lo capturaron y enviaron a Estados Unidos, donde permaneció durante décadas en zoológicos, principalmente en San Diego. En aquel tiempo, los expertos aún no identificaban con claridad a qué subespecie pertenecía.
Durante la década de 1970, la situación de las tortugas gigantes en la isla Española alcanzó niveles alarmantes. Solo quedaban 15 ejemplares: 12 hembras y 3 machos, lo que comprometía la viabilidad de la especie. Ante este panorama crítico, conservacionistas del Parque Nacional Galápagos y otros expertos lanzaron un programa de cría en cautiverio en la isla Santa Cruz.

El papel clave de Diego
En 1976, pruebas genéticas confirmaron que Diego pertenecía a la especie Chelonoidis hoodensis. Los responsables del programa decidieron trasladarlo de regreso a Galápagos para incorporarlo a los esfuerzos de reproducción. Desde el inicio, Diego destacó por su extraordinaria energía y fertilidad, lo que lo convirtió en un pilar fundamental del programa.
A lo largo de varias décadas, Diego engendró más de 800 crías, lo que contribuyó directamente al incremento de la población en la isla Española. Gracias a este esfuerzo, la cantidad de tortugas pasó de apenas 15 individuos a más de 2.000 en la actualidad.

Un retiro en libertad
En enero de 2020, el programa de cría en cautiverio concluyó tras lograr sus objetivos. Diego, con más de 100 años de edad, volvió a la isla Española en junio del mismo año para disfrutar de su retiro en libertad. Su regreso simbolizó un hito en los esfuerzos por conservar la biodiversidad de Galápagos.
La historia de Diego destaca la importancia de la conservación activa y la colaboración entre científicos, instituciones y comunidades. Su esfuerzo no solo aseguró la supervivencia de su especie, sino que inspiró a generaciones comprometidas con la protección de especies en peligro.
Actualmente, la población de tortugas gigantes continúa creciendo en la isla Española, consolidando el trabajo de décadas. Diego dejó un legado extraordinario, demostrando cómo la dedicación y el compromiso pueden revertir los efectos negativos en el planeta.