A los 22 años, Terry Fox emprendió un desafío que marcaría la historia de Canadá. Su objetivo no era solo correr, sino concienciar y recaudar fondos para la investigación contra el cáncer. Su historia, llena de fortaleza y valentía, trascendió el deporte y dejó un legado imborrable.
Un diagnóstico que cambió su destino
Terry Fox nació el 28 de julio de 1958 en Winnipeg, Canadá. Desde pequeño, mostró una gran pasión por el deporte, en especial el básquetbol, a pesar de no ser muy alto ni poseer habilidades excepcionales. Su determinación y esfuerzo lo llevaron a formar parte del equipo de su universidad mientras estudiaba kinesiología.
En 1976, un accidente de tráfico le provocó una lesión en la rodilla que, con el tiempo, se convirtió en un dolor persistente. Tras varios estudios médicos, recibió una noticia devastadora: tenía cáncer óseo. La única forma de salvar su vida era amputarle la pierna derecha. Con apenas 18 años, enfrentó la cirugía y el proceso de quimioterapia con una actitud inquebrantable.
El nacimiento de la «Maratón de la Esperanza»
Durante su tratamiento, Terry Fox se inspiró en la historia de Dick Traum, el primer atleta amputado en completar el Maratón de Nueva York. Motivado por la falta de fondos para la investigación del cáncer, decidió emprender una hazaña sin precedentes: correr a lo largo de Canadá para generar conciencia y recaudar fondos.
Fox comenzó 14 meses de entrenamiento intenso. En abril de 1980, dio inicio a su «Maratón de la Esperanza», con la meta de recorrer el país de costa a costa y recaudar 24 millones de dólares canadienses. Acompañado por su amigo Doug, quien conducía una furgoneta donde dormían y comían, corrió el equivalente a un maratón diario. Al principio, su esfuerzo pasó desapercibido, pero con el tiempo, su historia capturó la atención del país.
El apoyo de Canadá y los obstáculos en el camino
A medida que avanzaba, Terry Fox fue sumando apoyo de la gente y las grandes empresas. Isadore Sharp, fundador de Four Seasons Hotels, se convirtió en uno de sus principales patrocinadores, comprometiéndose a igualar las donaciones y asegurando su hospedaje en cualquier parte del país.
En cada ciudad donde llegaba, miles de personas lo recibían como un héroe. Incluso el primer ministro Pierre Trudeau y la Liga Nacional de Hockey mostraron su respaldo. Pero el desafío no fue fácil. Fox enfrentó fatiga extrema, lesiones y condiciones climáticas adversas. A pesar de todo, nunca se rindió.
Un final prematuro, pero un legado eterno
Tras 143 días y 5.373 kilómetros recorridos, Terry comenzó a sentir dificultades para respirar. En un principio, pensó que era un simple resfriado, pero tras realizarse estudios médicos, recibió la peor noticia: el cáncer había regresado y se había extendido a sus pulmones.
El 1 de septiembre de 1980, anunció el fin de su maratón. Canadá entero quedó conmocionado. Inmediatamente, se organizó un teletón nacional, logrando recaudar millones de dólares en su honor. A pesar de recibir tratamientos, Terry Fox falleció el 28 de junio de 1981, rodeado de su familia. Su funeral fue transmitido por televisión, y el país entero lloró su partida.
El impacto de su legado
El sueño de Terry Fox no terminó con su vida. Su «Maratón de la Esperanza» continúa cada año con millones de participantes en más de 60 países. Hasta la fecha, su fundación ha recaudado más de 850 millones de dólares para la investigación contra el cáncer.
En Canadá, escuelas, calles y monumentos llevan su nombre, recordando su sacrificio y valentía. Se han escrito libros, rodado películas y estampado su imagen en sellos postales.
Más de 40 años después, su historia sigue inspirando al mundo. Las palabras que dejó antes de partir aún resuenan en quienes continúan su causa: «No siento que haya terminado. Quizás, solo me detuve por ahora. Pero lo que importa es que la lucha sigue adelante.»