Alfred Date, con 109 años, encontró una forma única de ayudar a la vida silvestre. Con agujas en mano y un gran corazón, dedicó su tiempo a tejer suéteres para los pingüinos afectados por derrames de petróleo. Su historia inspiró a miles y demostró que nunca es tarde para hacer la diferencia.
Una misión especial para los pingüinos
Todo comenzó en 2013, cuando la Phillip Island Penguins Foundation lanzó un llamado a voluntarios para confeccionar pequeños suéteres que protegieran a los pingüinos rescatados del petróleo. Alfred, quien aprendió a tejer en 1932, decidió sumarse a la causa y puso su talento al servicio de estas aves.
Los suéteres impedían que el aceite se adhiriera a sus plumas, evitando que intentaran limpiarse y tragaran sustancias tóxicas. En un derrame ocurrido en 2001, 438 pingüinos fueron rescatados, y gracias a este método, el 96% logró recuperarse.
Una respuesta mundial y una controversia inesperada
Alfred no fue el único que respondió a la iniciativa. Crafters de todo el mundo comenzaron a tejer minijerseys, lo que llevó a la fundación a recibir más prendas de las que podían usar. En mayo de 2014, pidieron a los voluntarios que detuvieran los envíos.
A pesar del impacto positivo de la iniciativa, algunos expertos en fauna salvaje cuestionaron su efectividad. Desde el Zoo de Auckland y la International Bird Rescue advirtieron que vestir a los pingüinos podría estresarlos y aumentar su temperatura corporal, generando riesgos adicionales.
Un legado de generosidad
Más allá de la polémica, Alfred Date se convirtió en un símbolo de compromiso y solidaridad. Con siete hijos, 20 nietos y un número similar de bisnietos, encontró en el tejido una forma de dar amor, incluso a quienes nunca conocería personalmente. Su historia demuestra que la voluntad de ayudar no tiene edad y que, a veces, los gestos más simples pueden marcar la diferencia.