Una vida en despedidas: la conmovedora historia de una fotógrafa que capturó 27 años de adiós a sus padres

En 1991, Deanna Dikeman comenzó lo que sería un proyecto fotográfico de casi tres décadas, capturando las despedidas de sus padres cada vez que se iba de su casa en Sioux City, Iowa. Ese primer adiós inmortalizado surgió de una espontánea sensibilidad de Dikeman ante el paso del tiempo. Sus padres, entonces en sus setenta, saludaban desde el césped, y Deanna, aún joven, decidió documentar ese instante. Lo que comenzó como una simple foto se transformó en una tradición, un ritual que repetía cada vez que visitaba su hogar.


Año tras año, cada visita concluía con sus padres despidiéndola desde la entrada de la casa. Su madre, siempre cuidando de cada detalle, incluso regañaba a su hija: “Oh, Deanna, guarda eso”. Sin embargo, tanto ella como su esposo siempre salían a la puerta para decir adiós. La serie de fotografías de Dikeman, titulada Leaving and Waving (Despedidas y Saludos), capturó estas escenas como una crónica del paso de los años y de su relación familiar.

Un proyecto que evolucionó junto con la vida de Deanna

Con el tiempo, las fotos comenzaron a reflejar los cambios en la vida de Dikeman, así como en la de sus padres. En algunas imágenes se puede ver a su propio hijo cuando era bebé, y en otras, ya crecido, se encuentra al volante, alejándose junto a ella mientras Deanna toma las fotos desde el asiento del copiloto. A través de los años, sus padres envejecían, y en cada imagen se les veía con una apariencia cada vez más frágil. En una de las últimas tomas de su padre, este aparece apoyado en un bastón, saludando por última vez en 2009. Poco después, falleció.


Tras la muerte de su padre, la madre de Deanna expresó su tristeza, pidiendo “no más fotos”. A pesar de su dolor, continuaron las despedidas frente a la cámara durante los años siguientes, mientras la vejez transformaba lentamente sus rasgos. La última imagen de su madre se tomó en 2017, cuando ella se mudó a un centro de retiro. Más tarde, ese mismo año, falleció mientras dormía.

La foto final y el legado de una tradición familiar

La serie concluyó con una toma vacía de la entrada de la casa de sus padres. Tras el funeral de su madre, Deanna instaló un trípode para capturar esa última imagen en silencio, una despedida sin personas, pero cargada de significado. Esa toma marcó el fin de un capítulo que había durado 27 años y dejó un legado visual de su amor y devoción familiar.


La primavera pasada, la historia dio un giro inesperado cuando su propio hijo, listo para dejar el hogar familiar y comenzar una nueva etapa en su vida, le preguntó si no iba a fotografiar su despedida. Conmovida, Deanna tomó la cámara y asumió un nuevo papel en el ritual de adiós, ahora como madre diciendo adiós a su hijo.

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