Él es el ‘doctor Peyo’, el caballo de terapia que acompaña a pacientes que sufren cáncer

En el Hospital de Calais, Francia, un visitante muy especial se pasea entre los pacientes. Peyo, un semental de 15 años, se ha convertido en el símbolo de consuelo y esperanza para aquellos que enfrentan los momentos más difíciles. Este caballo, que antes era conocido por su desempeño en espectáculos ecuestres, ha encontrado su verdadera vocación al acompañar a pacientes con cáncer en sus últimos días de vida, brindándoles momentos de paz y alivio.


Un don especial para detectar a quienes necesitan consuelo

El viaje de Peyo hacia su papel como caballo de terapia comenzó cuando su adiestrador, Hassen Bouchakour, notó algo peculiar en su comportamiento. Después de cada espectáculo, Peyo se acercaba a las personas de la multitud que parecían estar sufriendo, ya fuera física o mentalmente. Al observar esta capacidad única, Bouchakour decidió dejar su carrera en los espectáculos ecuestres y dedicar su tiempo a permitir que Peyo ayudara a los demás.

Desde 2016, ambos han trabajado juntos visitando a pacientes en el Hospital de Calais casi a diario. Peyo tiene una habilidad sorprendente para elegir a los pacientes que más lo necesitan. Al llegar a las habitaciones, se detiene frente a la puerta y levanta una pata, indicando que esa persona requiere atención. Este comportamiento instintivo ha dejado asombrados a los médicos y familiares, quienes presencian cómo el caballo logra consolar a los enfermos con su sola presencia.


El impacto de Peyo en la vida de los pacientes

La presencia de Peyo no solo calma emocionalmente a los pacientes, sino que también tiene un efecto físico en su bienestar. En muchos casos, su cercanía reduce el dolor de los enfermos al punto de que ya no necesitan medicamentos fuertes. El caballo les ofrece algo que va más allá de los tratamientos médicos: un sentido de tranquilidad y consuelo en momentos críticos.

Hassen Bouchakour, el cuidador de Peyo, describe su experiencia como un aprendizaje constante. «Cuando Peyo decide que alguien lo necesita, simplemente lo sigue. No tengo el control; es una necesidad visceral que lo lleva a acercarse a quienes están sufriendo», comparte Hassen. Preparar a Peyo para las visitas no es una tarea sencilla, ya que requiere dos horas de limpieza y desinfección para cumplir con los estrictos protocolos hospitalarios. Sin embargo, Hassen lo hace con dedicación porque sabe que Peyo aporta algo único a los pacientes que enfrentan el final de su vida.


Un legado de amor y compañía

A lo largo de los años, Peyo ha acompañado a más de 1,000 personas en sus momentos finales. Sus visitas no solo alivian a los enfermos, sino que también traen consuelo a sus familiares, quienes encuentran un apoyo emocional invaluable en este noble animal. Peyo ha logrado crear un ambiente de paz, donde el dolor y la tristeza se disipan, aunque sea por un breve tiempo.

Hassen admite que Peyo ha transformado su vida por completo. «Peyo es mi otra mitad, mi compañero de vida», dice, reconociendo el lazo inseparable que ha desarrollado con su caballo. La historia de Peyo no solo es inspiradora, sino que también demuestra el poder del amor y la conexión que los animales pueden brindar a los seres humanos en sus momentos más vulnerables.

Este caballo no solo es un símbolo de esperanza para los pacientes de cáncer, sino también una prueba viviente de que la bondad y el apoyo pueden provenir de los lugares más inesperados.

Inzpira News

Inzpira News