La ecuatoriana Lucía Yamileth Yépez obtuvo la octava medalla olímpica para su país y, más allá de eso, cumplió una promesa pendiente. En Tokio 2020, el destino le pidió esperar, pero finalmente, en los Juegos Olímpicos de París 2024, la presea más codiciada del mundo encontró su lugar alrededor del cuello de Lucía.
La historia de ‘La Tigra’: de Quevedo al mundo
Lucía Yamileth Yépez Guzmán, conocida como ‘La Tigra’ en su natal Ecuador, hizo historia al convertirse en la primera luchadora ecuatoriana en ganar una medalla olímpica. Con una destreza asombrosa, venció a la alemana Annika Wendle en la semifinal de la categoría de 53 kg con un impresionante marcador de 10-0. Su dominio fue tan abrumador que el combate fue detenido faltando aún 1:30 minutos. Aunque no pudo llevarse el oro, que fue para la japonesa Akari Fujinami, doble campeona mundial, la medalla de plata que consiguió es un logro sin precedentes para su país.
La promesa cumplida: un sueño hecho realidad para su madre
El impacto de su victoria no se limitó a Ecuador. El 7 de agosto, las redes sociales se inundaron de celebraciones, con todo el país compartiendo la alegría de su heroína nacional. Pero entre todos esos momentos de gloria, uno en particular se destacó: la promesa de Lucía a su madre. En un video compartido por el Comité Olímpico Ecuatoriano, se puede ver a Lucía hablando en una videollamada con su madre justo después de asegurarse un lugar en el podio. «Ya te voy a comprar la casa de tus sueños, ya no vas a trabajar, mamita de mi vida», le dijo Lucía, con lágrimas en los ojos. Uno de los miembros de su equipo le pidió a su madre que no llorara, pero ¿cómo no hacerlo? Era un momento cargado de emoción, el cumplimiento de una promesa nacida de años de sacrificio y esfuerzo compartido.
El inicio de un camino de perseverancia
La historia de Lucía comenzó mucho antes de París. Con tan solo 10 años, en Quevedo, Ecuador, Lucía encontró en la lucha libre un canal para su agresividad y energía. Lo que comenzó como una forma de liberar su personalidad peleonera, se transformó en una carrera marcada por la disciplina y la dedicación. Ahora, esa joven luchadora ha alcanzado la cima, y con su triunfo, no solo cosecha los frutos de su arduo trabajo, sino también cumple las promesas que ha hecho a quienes siempre la apoyaron.
El legado de una campeona
El gobierno ecuatoriano ha garantizado premios de 150,000 dólares para los medallistas de oro, 125,000 para los de plata y 100,000 para los de bronce. Además, los medallistas olímpicos suelen recibir múltiples recompensas y reconocimiento de empresas que desean asociarse con su éxito. Pero más allá de los premios materiales, la historia de Lucía Yépez es un recordatorio del poder de la perseverancia, el amor por la familia y la capacidad de transformar los sueños en realidad. Con su medalla, Lucía no solo ha ganado un lugar en la historia de su país, sino también en los corazones de todos aquellos que fueron testigos de su increíble viaje.